El Estado gana

Media España acepta con resignación, tapándose la nariz y reprimiendo las arcadas, que los principios y leyes del Estado de Derecho y de una sociedad democrática puedan acabar beneficiando a un desalmado como Ignacio de Juana Chaos.

Desalmado, sí. Asesino, también Pero no tonto. Ha jugado una partida inteligente, en la que ni él ha ganado ni el Estado ha perdido. En esta sociedad, el objeto de las penas no es la venganza, sino el cumplimiento de un castigo proporcional con el horizonte final del reingreso en la sociedad, la reinserción o como se quiera llamar. Esta sociedad no condena para siempre, como la americana. No se inspira en el Yahveh sanguinario del viejo testamento... No es una sociedad justiciera ni vengativa, no es una sociedad cruel, no es una sociedad amante de las prisiones. Tampoco es una sociedad estúpida: tiene armas suficientes para proteger a sus ciudadanos y castigar con severidad a los culpables. E igual que sucede en una sociedad vengativa como la americana, no tiene respuestas para las víctimas: ningún castigo es consuelo suficiente, ningún castigo devuelve la vida a nadie ni borra el dolor. Nada puede resarcir a las víctimas, ni la ejecución en el paredón de los culpables ni la indemnización económica.

Son principios que se encuentran en la raíz de nuestra Constitución y nuestro sistema penal. Allí están escritos. A ellos hay que recurrir en tiempos de zozobra, porque esa es una de sus principales funciones: actuar como referente. Principios que no nacieron de la nada con el big bang constitucional. Incluso en el franquismo se aplicaban mecanismos parecidos, con la excepción, claro, de los “delitos” contra la dictadura, para los que la mano dura era la norma. De ahí por ejemplo el cumplimiento parcial de las penas, la redención, y tantas otras herramientas para moderar las penas y favorecer el regreso del penado al seno de la sociedad.

Hay montones de viejos códigos penales disponibles por ahí para quien quiera consultarlos, para quien quiera pensar por sí mismo y se niegue a continuar en la ceguera promovida por la peor, más sectaria, hipócrita, mentirosa y venenosa ultraderecha que encara ahora mismo buena parte del holding PP-COPE-PJ-AVT. Con lo que les gusta a ellos decir que no todo fue tan malo en el franquismo, y justo les da la amnesia por ahí…

Por no hablar de las evidentes aunque no exclusivas raíces cristianas (no católicas ni nacionalcatólicas) de estos principios.

El Estado gana cada vez que demuestra la superioridad y fortaleza de la democracia, del sistema de libertades, de garantías y de derechos y deberes.

Aquí hay un Estado que no se ha dejado coger en la trampa tendida por un terrorista que cumplió su pena, aunque sea vomitivo reconocerlo, y fue condenado después, forzadamente, por un muy discutible delito de opinión. Ni en la trampa tendida por los feroces señores de la guerra y la venganza, empeñados hasta las cejas en su batalla por atemorizar y radicalizar a los ciudadanos de este país hasta conseguir que nos liemos a garrotazos por las calles.

Cuando haya acabado de vomitar, celebraré que este Estado sea el mío. El nuestro. Incluso el de quienes quieren dinamitarlo.

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