
A Monsieur Le Pen se le entiende perfectamente.
Dice, refiriĆ©ndose a Sarkozy: "C'est un candidat qui vient de l'immigration, moi je suis un candidat du terroir. C'est vrai qu'il y a une diffĆ©rence, un choix qui peut ĆŖtre considĆ©rĆ© comme fondamental par un certain nombre de FranƧais". Aunque Sarkozy es francĆ©s, no es del terruƱo: para ser presidente hay que tener raĆces francesas mucho mĆ”s remotas. ĀæCuĆ”nto mĆ”s remotas? Monsieur Le Pen no lo aclara, por si acasoā¦ Hay que ser francĆ©s desde siempre, de toda la vida. Puro. Tiene que ser uno de los nuestros. De los suyos, vaya. Aunque el problema es que Francia (como EspaƱaā¦) no ha existido siempre, y eso complica un poco las cosas. Yo tampoco entiendo cĆ³mo el mundo ha podido sobrevivir en los remotos siglos en que no existĆan ni Francia ni EspaƱaā¦ ni tantas otras patrias, naciones, pueblos o tribus. QuĆ© le vamos a hacer. Pero el problema tiene remedio: planteemos la cuestiĆ³n al revĆ©s: un candidato no tiene que ser āde fueraā. MĆ”s claro imposible. PolĆtica barriosĆ©samoā¦ Dentro-fuera, blanco-negro, francĆ©s-extranjero, bueno-malo... Uno de estos dĆas escucharemos cosas parecidas en nuestro paĆs, cuando alguien -alguno de nuestros muchos aspirantes al tĆtulo de āLe Pen espaƱolā- rompa el tabĆŗ. No falta mucho: el espeso e indigesto caldo donde se cuece la ultraderecha espaƱola ya estĆ” haciendo chup, chupā¦ Aunque a la hora de la verdad todos los votos acaben, como en Francia cuando llega la segunda vuelta, en la misma ollaā¦
PRUEBA
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