El honor de la familia

Javier Calomarde se lo estaba buscando. Demasiados coqueteos con El País, con El Plural… Demasiada moderación y demasiado centrismo. Y encima le manda una carta a Rajoy y le abandona en mitad de la batalla y se pasa al grupo mixto. Se ha atrevido a desafiar a “la familia”. Y tanta felonía merecía su castigo, y la venganza ya está servida. En caliente. “Los primos”, hombre de bien y de honor donde los haya, le acusan de haber acosado telefónicamente a una mujer casada. La maquinaria mafiosa ya se ha puesto en marcha para destrozarlo. Esto se pone interesante: vamos a aprender algo más sobre la disciplina de partido en el PP. Quien se mueva, quien abra la boca, está jodido. Ya lo decía Franco, ese hombre: a los políticos se les coge por la bragueta o por el bolsillo. O sea por los huevos, que por eso les pone tan nerviosos eso de la paridad en las listas. La unidad bien entendida. Como la de España. Los testículos entendidos como el supremo argumento político. Hay que mentir hasta el final por cojones. Hay que echarle huevos al 11-M, a ETA, el Estatut y lo que haga falta. Y a quien saque los pies del tiesto, se le cortan los huevos y en paz. Suerte que en la intimidad del confesionario te lo pueden perdonar todo: la causa, bendecida por los que se atribuyen la representación exclusiva de su Dios, exige a veces ciertos excesos y desmanes. Todo sea por el bien de la patria. Y de la familia. Sobre todo de la familia...

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