ZP no se rinde
Rectificar no significa forzosamente retroceder. Es posible rectificar dando pasos hacia delante. Esto es lo que ha hecho hoy Zapatero, tras su tardía y esperada visita a la "zona cero" de Barajas. Cinco días perdido en su laberinto, y en un estruendoso silencio a su alrededor, le han hecho reaparecer con renovadas fuerzas. Por fin. Afirma: (1) que su energía y determinación para alcanzar la paz son aún mucho mayores, (2) que la galaxia de ETA "nada va a conseguir con estos actos; la democracia no se intimida y menos el Gobierno", (3) que "la justicia es el camino hacia la paz", (4) que confía en contar para ello con el consenso de todos los ciudadanos y fuerzas políticas, y (5) que "para este objetivo voy a poner lo mejor de mí mismo".
No caerá en la trampa del PP y su coro: hay otras maneras de combatir a ETA. Ya lo hizo una vez, con aquel pacto antiterrorista que presuponía que los demócratas que no pertenecieran al PP o al PSOE eran innecesarios para luchar contra el terrorismo, sobretodo si eran nacionalistas… salvo los nacionalistas españoles "pata negra", por supuesto, porque en los demás nacionalismos hispánicos hay también españolismo, aunque con mucho menos pedigrí y mucha y peligrosa heterodoxia. No repetirá. No escuchará los cantos de sirena de un Astarloa, por ejemplo, que conducen directamente a las arenas movedizas donde esperan que ZP y el gobierno se atasquen indefinidamente. Ya están calentando motores, algo descolocados todavía, porque no contaban con otra estrategia que la rendición… de ZP, claro. Con la colaboración infame de los que, ya definitivamente pasados de vueltas, juegan frívolamente con el dolor de las víctimas.
Tienen razón, toda la razón del mundo: para hacer la política antiterrorista del PP, nadie mejor que el PP. Pero pese a todos sus alardes y verdades absolutas, y sus escasos escrúpulos, no pueden afirmar que derrotaron al terrorismo de ETA. Una gran mayoría de ciudadanos de este país está dispuesta a intentar otras vías. Vías que más pronto que tarde deberemos validar en las urnas. Con la máxima precaución. No volviendo a caer ni en los errores de las anteriores (la del PP no fue ni la primera ni la única, cuánta presunción la suya) ni en los de la que ETA liquidó con sus cinco toneladas de explosivos en Barajas.
Habrá que inventar y explorar otra, sin ninguna concesión al optimismo ni a la euforia, con el respaldo de una amplia mayoría de la sociedad española. Una vía colectiva, que sea de todos y todas. Ojalá supiéramos crear un camino que nunca nadie pueda atribuirse como mérito electoral, aunque no sé si están los tiempos para estas ingenuidades, ¿verdad? Para ello, nos guste o no, encaje o no con las estrategias partidistas, sólo hay un camino transparente e incontestable si la situación de bloqueo político continua: el de las urnas. No me refiero sólo a unas elecciones generales, donde más que preguntar al pueblo lo que se hace es pedirle que designe a sus representantes, siempre con un mandato muy genérico y laxo. Hay que recordar, aunque suele generar reacciones de pánico más o menos disimuladas, que no está de más preguntar de vez en cuando directamente al pueblo… En nuestra Constitución eso tiene un nombre: referéndum. Aunque no es costumbre hacerlo… por si acaso.
Antes, sin embargo, hay que intentar de nuevo, con más ahínco aún, que el PP, o parte de él, decida romper el bloqueo que tanto ha contribuido a torpedear un incipiente proceso de paz. Hay que tender puentes. Sin su apoyo, o como mínimo su no beligerancia, ya hemos comprobado que no es viable la empresa. Una de las causas del fracaso actual (seamos justos: no la única, ni mucho menos) es precisamente ésta.
Antes, también, habrá que esperar a que sucedan algunas cosas. (1) Que ETA vuelva a actuar, porque están preparados para ello desde hace mucho tiempo. El grado de ensañamiento de sus actuaciones determinará la generosidad o no de las salidas finales, mucho más limitadas que en esta oportunidad perdida. (2) Que la policía y la justicia actúen y que aumente considerablemente la nómina de terroristas y asociados en prisión (3) Que aparezcan en el mundo aberzale líderes que no sean vasallos ni portavoces de ETA, que entiendan y manifiesten que el terror no conduce a ninguna parte y que estén dispuestos a jugárselo todo -me temo que incluso la vida- por buscar un camino decente hacia la paz. Líderes valientes que traspasen la línea roja del patético "hondo pesar" que han expresado...
Todo esto no va a suceder pasado mañana. Nos aguardan tiempos difíciles, ásperos, duros. Es muy posible que nos aguarde más dolor, más destrucción. Consuela, sin embargo, comprobar que el presidente es en efecto hombre de profundas y arriesgadas convicciones, para bien y para mal: ha decidido jugársela, más si cabe. Ha quemado sus naves. Está dispuesto a abrasarse y es altamente probable que acabe pagando ese precio. Algo que le honra. Si eso sucede, habrá cumplido con lo que prometió. Pero, en nuestro nombre, en el nombre de muchos, muchísimos, habrá hecho un gran servicio a la paz. Una paz que posiblemente él no firmará.
No caerá en la trampa del PP y su coro: hay otras maneras de combatir a ETA. Ya lo hizo una vez, con aquel pacto antiterrorista que presuponía que los demócratas que no pertenecieran al PP o al PSOE eran innecesarios para luchar contra el terrorismo, sobretodo si eran nacionalistas… salvo los nacionalistas españoles "pata negra", por supuesto, porque en los demás nacionalismos hispánicos hay también españolismo, aunque con mucho menos pedigrí y mucha y peligrosa heterodoxia. No repetirá. No escuchará los cantos de sirena de un Astarloa, por ejemplo, que conducen directamente a las arenas movedizas donde esperan que ZP y el gobierno se atasquen indefinidamente. Ya están calentando motores, algo descolocados todavía, porque no contaban con otra estrategia que la rendición… de ZP, claro. Con la colaboración infame de los que, ya definitivamente pasados de vueltas, juegan frívolamente con el dolor de las víctimas.
Tienen razón, toda la razón del mundo: para hacer la política antiterrorista del PP, nadie mejor que el PP. Pero pese a todos sus alardes y verdades absolutas, y sus escasos escrúpulos, no pueden afirmar que derrotaron al terrorismo de ETA. Una gran mayoría de ciudadanos de este país está dispuesta a intentar otras vías. Vías que más pronto que tarde deberemos validar en las urnas. Con la máxima precaución. No volviendo a caer ni en los errores de las anteriores (la del PP no fue ni la primera ni la única, cuánta presunción la suya) ni en los de la que ETA liquidó con sus cinco toneladas de explosivos en Barajas.
Habrá que inventar y explorar otra, sin ninguna concesión al optimismo ni a la euforia, con el respaldo de una amplia mayoría de la sociedad española. Una vía colectiva, que sea de todos y todas. Ojalá supiéramos crear un camino que nunca nadie pueda atribuirse como mérito electoral, aunque no sé si están los tiempos para estas ingenuidades, ¿verdad? Para ello, nos guste o no, encaje o no con las estrategias partidistas, sólo hay un camino transparente e incontestable si la situación de bloqueo político continua: el de las urnas. No me refiero sólo a unas elecciones generales, donde más que preguntar al pueblo lo que se hace es pedirle que designe a sus representantes, siempre con un mandato muy genérico y laxo. Hay que recordar, aunque suele generar reacciones de pánico más o menos disimuladas, que no está de más preguntar de vez en cuando directamente al pueblo… En nuestra Constitución eso tiene un nombre: referéndum. Aunque no es costumbre hacerlo… por si acaso.
Antes, sin embargo, hay que intentar de nuevo, con más ahínco aún, que el PP, o parte de él, decida romper el bloqueo que tanto ha contribuido a torpedear un incipiente proceso de paz. Hay que tender puentes. Sin su apoyo, o como mínimo su no beligerancia, ya hemos comprobado que no es viable la empresa. Una de las causas del fracaso actual (seamos justos: no la única, ni mucho menos) es precisamente ésta.
Antes, también, habrá que esperar a que sucedan algunas cosas. (1) Que ETA vuelva a actuar, porque están preparados para ello desde hace mucho tiempo. El grado de ensañamiento de sus actuaciones determinará la generosidad o no de las salidas finales, mucho más limitadas que en esta oportunidad perdida. (2) Que la policía y la justicia actúen y que aumente considerablemente la nómina de terroristas y asociados en prisión (3) Que aparezcan en el mundo aberzale líderes que no sean vasallos ni portavoces de ETA, que entiendan y manifiesten que el terror no conduce a ninguna parte y que estén dispuestos a jugárselo todo -me temo que incluso la vida- por buscar un camino decente hacia la paz. Líderes valientes que traspasen la línea roja del patético "hondo pesar" que han expresado...
Todo esto no va a suceder pasado mañana. Nos aguardan tiempos difíciles, ásperos, duros. Es muy posible que nos aguarde más dolor, más destrucción. Consuela, sin embargo, comprobar que el presidente es en efecto hombre de profundas y arriesgadas convicciones, para bien y para mal: ha decidido jugársela, más si cabe. Ha quemado sus naves. Está dispuesto a abrasarse y es altamente probable que acabe pagando ese precio. Algo que le honra. Si eso sucede, habrá cumplido con lo que prometió. Pero, en nuestro nombre, en el nombre de muchos, muchísimos, habrá hecho un gran servicio a la paz. Una paz que posiblemente él no firmará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario