El mercado de Sarajevo
Hoy domingo El Periódico publica una entrevista imprescindible, de lectura más que recomendable, en su cuaderno dominical, firmada por Imma Muñoz. El personaje es el periodista bosnio Boban Minic, quien se dejó la voz en la radio en los días y las noches de la guerra de Bosnia. Su hermana pequeña murió en la matanza del mercado de Sarajevo. Hizo las maletas y acabó recalando tras la barra de un bar de L'Escala, en la Costa Brava. Vive aquí desde 1995. Cambió los micrófonos y la guerra por los cafés, los carajillos, la vida sosegada de un pueblo turístico de la costa catalana.
Al principio tuvo la sensación de que cambiaba unos Balcanes por otros. Luego se tranquilizó y advirtió que todo aquel ruido era sólo eso, ruido, porque España había dejado atrás su particular tendencia al baño de sangre y porque, si algún día falla la vacuna de la memoria, estamos anclados en Europa, bendita sea, que nos pone a salvo de nuestros demonios particulares. Sin embargo, sus oídos no se acaban de acostumbrar a tanto exabrupto, a tantas barbaridades… No puede dejar de olvidar cómo empezó todo en su país, más o menos igual… Aunque nunca pudieron disfrutar de la cristianísima COPE, algo que Yahveh y Alá les ahorraron en su ya suficientemente dramático calvario. Dios aprieta, pero no ahoga.
Boban Minic, claro, no puede resistirse a fijar la comparación: "La balcanización mediática de España es peor que la que sufrió Yugoslavia".
Usamos, curiosamente, la expresión "balcanización de España" cuando nos referimos a la peligrosa espiral iniciada por Milosevic, Karadzic y sus alegres muchachos en los ochenta, y que acabó en la peor experiencia de guerra y genocidio que ha conocido Europa desde los tiempos de Hitler, Mussolini y Franco. Véase, si no, la alegría con que Aznar y sus muchachos abusan de la expresión.
Pero, con nuestro sangriento currículum, no veo qué necesidad tenemos de buscar paralelismos balcánicos. Los Balcanes siempre nos han pillado un poco lejos: hemos pasado siglos ensimismados con "lo nuestro". El auténtico peligro tiene otro nombre: es la "españolización de España". No hay que buscar fantasmas ni demonios en "el extranjero": tenemos los nuestros en el armario, todavía por enterrar. Al alcance de la mano… Boban Minic lo sabe y seguro que eso de vez en cuando le quita el sueño.
La foto que hoy acompaña a este blog, la matanza del mercado de Sarajevo, nos recuerda, precisamente hoy domingo -cuando los dueños de la COPE ofician misas en memoria de un profeta que predicaba paz, amor y perdón- otro misterio de transubstanciación: la transformación de las palabras en sangre.
Al principio tuvo la sensación de que cambiaba unos Balcanes por otros. Luego se tranquilizó y advirtió que todo aquel ruido era sólo eso, ruido, porque España había dejado atrás su particular tendencia al baño de sangre y porque, si algún día falla la vacuna de la memoria, estamos anclados en Europa, bendita sea, que nos pone a salvo de nuestros demonios particulares. Sin embargo, sus oídos no se acaban de acostumbrar a tanto exabrupto, a tantas barbaridades… No puede dejar de olvidar cómo empezó todo en su país, más o menos igual… Aunque nunca pudieron disfrutar de la cristianísima COPE, algo que Yahveh y Alá les ahorraron en su ya suficientemente dramático calvario. Dios aprieta, pero no ahoga.
Boban Minic, claro, no puede resistirse a fijar la comparación: "La balcanización mediática de España es peor que la que sufrió Yugoslavia".
Usamos, curiosamente, la expresión "balcanización de España" cuando nos referimos a la peligrosa espiral iniciada por Milosevic, Karadzic y sus alegres muchachos en los ochenta, y que acabó en la peor experiencia de guerra y genocidio que ha conocido Europa desde los tiempos de Hitler, Mussolini y Franco. Véase, si no, la alegría con que Aznar y sus muchachos abusan de la expresión.
Pero, con nuestro sangriento currículum, no veo qué necesidad tenemos de buscar paralelismos balcánicos. Los Balcanes siempre nos han pillado un poco lejos: hemos pasado siglos ensimismados con "lo nuestro". El auténtico peligro tiene otro nombre: es la "españolización de España". No hay que buscar fantasmas ni demonios en "el extranjero": tenemos los nuestros en el armario, todavía por enterrar. Al alcance de la mano… Boban Minic lo sabe y seguro que eso de vez en cuando le quita el sueño.
La foto que hoy acompaña a este blog, la matanza del mercado de Sarajevo, nos recuerda, precisamente hoy domingo -cuando los dueños de la COPE ofician misas en memoria de un profeta que predicaba paz, amor y perdón- otro misterio de transubstanciación: la transformación de las palabras en sangre.
1 comentario:
Amic Joan,
los que hemos tenido la suerte/desgracia de estar en una guerra o en un conflicto de este tipo nos retorcemos de rabia cuando escuchamos a los que comparan nuestra realidad con la de los balcanes. No comprendo ese afan por retrotraernos a ese mundo, parece que lo deseen, incluso que lo quieran provocar.
os invito a leer IGOR
un abrazo
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