Aznar: Noé antes del diluvio

Nadie le hace caso. Aznar advierte con su dedo amenazante y el frondoso flequillo al viento: "Dentro de cinco años dudo que exista el Estado". Después de rendirnos a los terroristas de ETA y a los nacionalistas (una plaga: vascos, catalanes, gallegos, andaluces…), además de ceder media España a Al Qaeda y Gibraltar a los gibraltareños, sólo nos faltará mandar el oro del Banco de España a Moscú y ya habremos consumado el crimen. Y los desagradecidos ciudadanos de este país nos quedamos tan campantes, cuando deberíamos: a) Hacer las maletas y pedir asilo político en alguna embajada o consulado. O b) Subir al arca del PP y disponernos a capear el temporal hasta que nuestro nuevo Noé mande una paloma (¿qué tal Acebes?) a buscar una ramita de olivo y podamos fundar un nuevo estado.

Nuestro estadista-futurólogo dijo la frasecita de marras en "El programa de Ana Rosa" (Tele5), cuyos contenidos son fundamentalmente temas del corazón, telerrealidad y sucesos. Tuvieron especial cuidado en decir que no iban a tratar de política. No hacía falta. Aznar es un personaje que encaja perfectamente: en la telerrealidad (la que él y sus colegas intentan vendernos día sí y día también a través de la tele, como por ejemplo el mantra "yo-no-negocié-con-eta"), el corazón (o nos matan de un infarto o nos fortalecen para siempre el músculo cardíaco) y los sucesos (con especial predilección por la predicción de tsunamis, terremotos y otras catástrofes, entre las cuales sin duda merece un lugar destacado la próxima desaparición de España).

Las navidades llegan cargadas de buenas noticias. La primera: Nostradamus, Rappel y demás visionarios ya tienen un digno sucesor. La segunda: tenemos ante nosotros no sólo un empleado de lujo de un magnate televisivo ("el empleado de Murdoch", le llama Manuel Rico en su extraordinario blog) sino un nuevo y singular especimen de la fauna que habita los platós hispánicos. Y la tercera: España tiene por fin un salvador cuyos paternales brazos nos esperan abiertos de par en par aunque hace un tiempo le pusiéramos los cuernos con el diabólico ZP. Un bonito cuento de Navidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No te olvides de la cuarta: Botella for President...

¡Feliz navidad!

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