Pleitos tengas... y no mates
Jon Koldo Aparicio Benito fue detenido en Durango en 1995. ¿Su delito? Nimiedades… Dedicaba parte de su tiempo a inofensivas actividades en pro de los derechos históricos de la patria vasca. Coleccionaba explosivos, algo de lo más inocente. Se apuntó a un club de amigos del país: ETA. Era una persona preocupada por la salud y amante de la lectura: estaba suscrito a unas cuantas publicaciones vascas. Le echaron el guante los "txakurras" y le cayeron 35 años de condena en la cárcel. Y en la trena, donde el tiempo transcurre lentamente, descubrió el Estado de Derecho. Se aficionó a presentar quejas, demandas, recursos… Algo realmente entretenido. O tal vez una forma extremadamente sutil de continuar su lucha contra el Estado opresor: obligarle a destinar funcionarios y recursos económicos para atender sus demandas.
Organizó una batalla legal porque no le dejaban recibir esas inocentes revistas a las que estaba suscrito. Luego se quejó porque supuestamente habían divulgado unos datos médicos privados. Más adelante, porque no le dejaban comprar seda dental, sin duda una de las más terribles formas de tortura. Finalmente, como corresponde a alguien preocupado por la salud y se supone que deseoso de tener una larga vida, protagonizó una nueva cruzada judicial, convirtiéndose en un abanderado de la salud y la higiene penitenciarias: reclamaba espacios exclusivos para no fumadores en las cárceles.
Desde la cárcel, hizo gestos en pro de la paz en el País Vasco: dentro del selecto club de amigos de la patria vasca al que pertenecía, se apuntó al sector de las "palomas" y públicamente se desmarcó de los "halcones". El Estado opresor, en aquellos tiempos en que como es sabido ni negociaba ni se rendía ni cedía en nada, le agradeció los servicios prestados: fue uno de los 33 presos etarras que se aproximaron al País Vasco en 1996. Buen chico. Lástima que un día tuviera la mala idea de intentar asesinar a un policía municipal de Basauri. Imagino que este policía era fumador y como de todos modos tarde o temprano hubiera muerto…
Jon Koldo Aparicio Benito está aprendiendo algo en la cárcel. Ha cambiado las armas por los pleitos. Cuando salga, tiene un gran futuro en la cruzada integrista contra el tabaco, por ejemplo. Está descubriendo los fascinantes secretos del Estado de Derecho, que también le ampara a él.
Jon Koldo progresa adecuadamente.
Organizó una batalla legal porque no le dejaban recibir esas inocentes revistas a las que estaba suscrito. Luego se quejó porque supuestamente habían divulgado unos datos médicos privados. Más adelante, porque no le dejaban comprar seda dental, sin duda una de las más terribles formas de tortura. Finalmente, como corresponde a alguien preocupado por la salud y se supone que deseoso de tener una larga vida, protagonizó una nueva cruzada judicial, convirtiéndose en un abanderado de la salud y la higiene penitenciarias: reclamaba espacios exclusivos para no fumadores en las cárceles.
Desde la cárcel, hizo gestos en pro de la paz en el País Vasco: dentro del selecto club de amigos de la patria vasca al que pertenecía, se apuntó al sector de las "palomas" y públicamente se desmarcó de los "halcones". El Estado opresor, en aquellos tiempos en que como es sabido ni negociaba ni se rendía ni cedía en nada, le agradeció los servicios prestados: fue uno de los 33 presos etarras que se aproximaron al País Vasco en 1996. Buen chico. Lástima que un día tuviera la mala idea de intentar asesinar a un policía municipal de Basauri. Imagino que este policía era fumador y como de todos modos tarde o temprano hubiera muerto…
Jon Koldo Aparicio Benito está aprendiendo algo en la cárcel. Ha cambiado las armas por los pleitos. Cuando salga, tiene un gran futuro en la cruzada integrista contra el tabaco, por ejemplo. Está descubriendo los fascinantes secretos del Estado de Derecho, que también le ampara a él.
Jon Koldo progresa adecuadamente.
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