O te rindes o te rindes
A los independentistas vascos los estamos pidiendo la rendición. Ni más ni menos. Y con eso alimentamos el círculo vicioso y viciado en el que estamos atrapados hace unos cuantos siglos. Y este círculo conduce, tradición tan vasca como española, a acabar de vez en cuando a tortazos. A veces un poco endulzados con el sistema de leyes y los policías más escrupulosos que hemos tenido nunca en la historia, pero tortazos al fin y al cabo: o te rindes o te rindes. Curiosa manera de entender la democracia: no sólo está prohibida la respuesta, no, también está prohibida la pregunta ...
Soy consciente que hoy (si sólo fuera hoy ...) podré pasar por simplista o por ingenuo, que es peor, pero a veces es imprescindible simplificar para poder ver el dibujo completo y no perdernos en los minuciosos detalles que conducen en discusiones tan bizantinas como inútiles. Ya habrá tiempo para afinar, algún día, un día muy lejano ...
Empecemos ...Primero: los terroristas, a la cárcel. Ésta es la premisa fundamental de la democracia: no hay ningún camino posible si pones bombas, matas gente, quemas cajeros automáticos o autobuses. Dicho en román paladino: si me quieres acojonar, te envío a los guardias y ya hablaremos después. Mientras estemos en guerra, no hay nada a hacer. Y no valen medias tintas: o se acaban las amenazas y las diversas formas de violencia o no hay diálogo. Ésta es la clave para las reflexiones siguientes. Podemos aceptar (con dolor, con vergüenza, con asco, con pragmatismo) que tenemos que ser generosos con los violentos, el día que dejen de serlo. De verdad. Las sociedades democráticas son generosas y a veces parecen débiles, pero ésta es su fortaleza y eso las hace invencibles.
Segundo: ahora hablemos de lo que quieras. Y significa exactamente eso. Sin límites. Y sin juego sucio: no vale marear la perdiz, decirte que hablaremos cualquier cosa cuando aceptes que la violencia no conduce a ningún sitio, y después decirte que la Constitución es sagrada. Hablemos claro, sin embudos. Apliquemos, pues, un principio básico de la democracia.
Tercero: tú te quieres ir y yo quiero que te quedes. ¿Cómo se gestiona eso? Democráticamente: preguntemos al pueblo. Hay unas cuantas derivadas. Primera: ¿quién es el pueblo? ¿Toda España o sólo los vascos? La pregunta ya la respondieron los talibanes hace tiempo: incluso para modificar un Estatuto, hay que preguntar a toda España. Bonita manera de tomarnos por bobos y de bloquear cualquier proceso. Bonita manera, también, de radicalizarlo y poner a la gente contra las cuerdas: los resultados son perfectamente previsibles a medio plazo. Segunda derivada: ¿es legal la pregunta? Si te bloqueo con la legalidad de la pregunta, no hay ningún recorrido posible. Y encima, si haces la pregunta, vas a la cárcel. Bonita y democrática manera de resolver el tema, sí, señor. Tercera derivada: ¿haremos caso de la respuesta, sea la que sea? Si me paso la respuesta por donde yo sé, aunque la respuesta la avale por ejemplo el 75%, no mejor nos ahorramos la pregunta, ¿verdad? Tiene que haber un compromiso claro. Cuarta derivada, asumiendo que las anteriores no nos han llevado a un bloqueo: ¿qué mayoría hace falta para tener una respuesta válida? Apliquemos reglas democráticas: una amplísima mayoría. ¿Tres cuartas partes? Quizás sí, sin duda no basta con una mayoría simple. Y quinta derivada: ¿qué pasa con los que no están de acuerdo con la respuesta? Tienen que acatar la decisión mayoritaria, sin duda, pero tampoco es ni democrático ni inteligente poner a la minoría contra las cuerdas. Por lo tanto, habrá que pactar algunas cosas, ¿no?
Hacer preguntas directas al pueblo es peligroso. Por eso en nuestro país lo hacemos tan poco a menudo, por si acaso…
Sin embargo, todo el enredo vasco y navarro (y el catalán) sólo acabará el día que preguntemos directamente a los vascos algunas cosas muy simples, muy claras, prometiendo de veras que escucharemos las respuestas. El mismo criterio vale para los catalanes o para los murcianos. ¿O nos da miedo preguntar al pueblo qué quiere? ¿O la democracia sólo es válida mientras la gente diga lo que yo quiero escuchar?Las tres o cuatro grandes preguntas posibles son: ¿Quiere usted independizarse de España? ¿Quiere usted un mayor margen de autonomía, pero sin marcharse de España? ¿Le parece suficiente la actual autonomía? ¿Quiere usted (navarro/a) formar parte de Euskadi o prefiere continuar como hasta ahora?
Para hacer las preguntas y escuchar las respuestas son imprescindibles, sin duda, libertad y paz. Pero también la voluntad de formularlas. ZP protagoniza el intento más serio en décadas para encontrar una salida a este laberinto. Los primeros gobiernos de la democracia hicieron algunos pasos posibilistas y atrevidos: cambiaron armas por perdón. No fue suficiente y tampoco había margen para más: no olvidemos el 23-F, la LOAPA... En la era socialista/felipista, el gobierno tenía que hacerse perdonar que fuera de izquierdas. No mucho, pero lo era: tampoco había margen para más florituras. Fueron gobiernos progresistas, sin duda, pero utilizaron como contrapeso un estilo jacobino (la manera más fina posible para nombrar al centralismo de toda la vida) e intentaron renovar y modernizar el orgullo patriótico español, con notable éxito (Europa, Barcelona'92, la Expo, el AVE...). Después vinieron los gobiernos Aznar, que aprovecharon la corriente para recuperar el españolismo más rancio, tejieron banderas gigantes, invadieron islotes deshabitados e hicieron guerras en desiertos remotos y lejanas montañas: se esforzaron al máximo para poner contra las cuerdas a aquellos que no se sentían suficientemente españoles o querían serlo de otra manera. Es cierto que intentaron negociar con ETA, aunque lo nieguen, pero nunca habrían podido ni querido hacer la paz.
Ahora, ZP lidera un intento histórico y excepcional, aunque desde una infinita soledad. Cuenta con la esperanza silenciosa de mucha gente, de ciudadanos y ciudadanas anónimos, y con el apoyo explícito de una minoría, con las justas complicidades entre los que cortan el bacalao: los diversos poderes, las personas clave del país… Muy pocas: ZP está muy solo. Claro que cuenta con una parte del PSOE y del PNV (que está llevando a cabo una tarea fundamental, poco reconocida), y con los nacionalistas catalanes y otros periféricos, pero no dispone de un claro y rotundo apoyo. Además, tiene en contra (en algunos casos, brutalmente) a un bloque social y político que no es prudente despreciar. Si llega a la cumbre, saldrán de bajo las piedras socios a puñados, amigos, parientes lejanos, los profetas que ya lo intuyeron y un coro de aplausos generalizados. Pero si se la pega, se la pega él solito, acompañado de unos cuantos, pocos, no muchos.
Ésta es una de las debilidades del proceso, aunque tal vez sea también una de sus fortalezas ...
Y después de ZP, de aquí a unos años (esperemos que unos cuantos, para qué nos vamos a castigar…), cuando las armas hayan callado para siempre, no podremos evitar formular las dos o tres grandes preguntas y escuchar las grandes respuestas. Exige más valor hacer la paz que la guerra. No conseguiremos la paz a cambio de nada, desengañémonos: será imprescindible la osadía de preguntar al pueblo.
Yo estoy convencido que España no corre ningún peligro por este camino, y en cambio se acabará rompiendo seguro si seguimos el otro, el de mezclar los testículos con la hispanidad.
Por eso hay que preguntar algún día, más pronto que tarde, con toda la ingenuidad y sinceridad del mundo, quién quiere que continuemos el viaje juntos, y de qué modo, y quién quiere bajar del tren en la próxima parada.
::Listillos y tramposos. (24.12.2006) Van construyendo zulos para la kale borroka y lo que haga falta. Por si acaso. Como el robo de las famosas pistolas. Mensajes directos a la yugular. Y los batasunos pidiendo participar en las elecciones y señalando como quien no quiere la cosa al primo de zumosol, al que está detrás con las pistolas… El juego para abrir caminos de paz y diálogo es complejo, un auténtico campo de minas. De vez en cuando podemos hacer como si no nos diéramos cuenta… Incluso entender que si la policía y los jueces siguen con su tarea, es lógico que los terroristas continúen con su maquinaria a medio gas.
¿Es la "indiferencia estratégica" una clave para la santa paciencia requerida por la negociación? Tal vez. Pero así no hay manera… Dejar al gobierno, a ZP y a los que apoyamos el proceso de paz con el culo al aire cada dos por tres no facilita para nada las cosas. Ellos lo saben. Y es lo preocupante.
:: El Mensaje. (26.12.2006) Así, en regias mayúsculas: el Mensaje del Rey. Lleno de tópicos, de expresiones facilonas, de vagas llamadas al consenso. Mejor que sus discursos sean tirando a huecos: preservemos el espacio de la política "republicana" y dejemos la monarquía en su supuesto y bastante cómodo papel simbólico. Oh maravilla del espíritu navideño: todos los partidos asumen el mensaje real de unidad frente al terrorismo. Un poco de peloteo al monarca, glosando las bondades de su discurso, y después cada cual a lo suyo…
Soy consciente que hoy (si sólo fuera hoy ...) podré pasar por simplista o por ingenuo, que es peor, pero a veces es imprescindible simplificar para poder ver el dibujo completo y no perdernos en los minuciosos detalles que conducen en discusiones tan bizantinas como inútiles. Ya habrá tiempo para afinar, algún día, un día muy lejano ...
Empecemos ...Primero: los terroristas, a la cárcel. Ésta es la premisa fundamental de la democracia: no hay ningún camino posible si pones bombas, matas gente, quemas cajeros automáticos o autobuses. Dicho en román paladino: si me quieres acojonar, te envío a los guardias y ya hablaremos después. Mientras estemos en guerra, no hay nada a hacer. Y no valen medias tintas: o se acaban las amenazas y las diversas formas de violencia o no hay diálogo. Ésta es la clave para las reflexiones siguientes. Podemos aceptar (con dolor, con vergüenza, con asco, con pragmatismo) que tenemos que ser generosos con los violentos, el día que dejen de serlo. De verdad. Las sociedades democráticas son generosas y a veces parecen débiles, pero ésta es su fortaleza y eso las hace invencibles.
Segundo: ahora hablemos de lo que quieras. Y significa exactamente eso. Sin límites. Y sin juego sucio: no vale marear la perdiz, decirte que hablaremos cualquier cosa cuando aceptes que la violencia no conduce a ningún sitio, y después decirte que la Constitución es sagrada. Hablemos claro, sin embudos. Apliquemos, pues, un principio básico de la democracia.
Tercero: tú te quieres ir y yo quiero que te quedes. ¿Cómo se gestiona eso? Democráticamente: preguntemos al pueblo. Hay unas cuantas derivadas. Primera: ¿quién es el pueblo? ¿Toda España o sólo los vascos? La pregunta ya la respondieron los talibanes hace tiempo: incluso para modificar un Estatuto, hay que preguntar a toda España. Bonita manera de tomarnos por bobos y de bloquear cualquier proceso. Bonita manera, también, de radicalizarlo y poner a la gente contra las cuerdas: los resultados son perfectamente previsibles a medio plazo. Segunda derivada: ¿es legal la pregunta? Si te bloqueo con la legalidad de la pregunta, no hay ningún recorrido posible. Y encima, si haces la pregunta, vas a la cárcel. Bonita y democrática manera de resolver el tema, sí, señor. Tercera derivada: ¿haremos caso de la respuesta, sea la que sea? Si me paso la respuesta por donde yo sé, aunque la respuesta la avale por ejemplo el 75%, no mejor nos ahorramos la pregunta, ¿verdad? Tiene que haber un compromiso claro. Cuarta derivada, asumiendo que las anteriores no nos han llevado a un bloqueo: ¿qué mayoría hace falta para tener una respuesta válida? Apliquemos reglas democráticas: una amplísima mayoría. ¿Tres cuartas partes? Quizás sí, sin duda no basta con una mayoría simple. Y quinta derivada: ¿qué pasa con los que no están de acuerdo con la respuesta? Tienen que acatar la decisión mayoritaria, sin duda, pero tampoco es ni democrático ni inteligente poner a la minoría contra las cuerdas. Por lo tanto, habrá que pactar algunas cosas, ¿no?
Hacer preguntas directas al pueblo es peligroso. Por eso en nuestro país lo hacemos tan poco a menudo, por si acaso…
Sin embargo, todo el enredo vasco y navarro (y el catalán) sólo acabará el día que preguntemos directamente a los vascos algunas cosas muy simples, muy claras, prometiendo de veras que escucharemos las respuestas. El mismo criterio vale para los catalanes o para los murcianos. ¿O nos da miedo preguntar al pueblo qué quiere? ¿O la democracia sólo es válida mientras la gente diga lo que yo quiero escuchar?Las tres o cuatro grandes preguntas posibles son: ¿Quiere usted independizarse de España? ¿Quiere usted un mayor margen de autonomía, pero sin marcharse de España? ¿Le parece suficiente la actual autonomía? ¿Quiere usted (navarro/a) formar parte de Euskadi o prefiere continuar como hasta ahora?
Para hacer las preguntas y escuchar las respuestas son imprescindibles, sin duda, libertad y paz. Pero también la voluntad de formularlas. ZP protagoniza el intento más serio en décadas para encontrar una salida a este laberinto. Los primeros gobiernos de la democracia hicieron algunos pasos posibilistas y atrevidos: cambiaron armas por perdón. No fue suficiente y tampoco había margen para más: no olvidemos el 23-F, la LOAPA... En la era socialista/felipista, el gobierno tenía que hacerse perdonar que fuera de izquierdas. No mucho, pero lo era: tampoco había margen para más florituras. Fueron gobiernos progresistas, sin duda, pero utilizaron como contrapeso un estilo jacobino (la manera más fina posible para nombrar al centralismo de toda la vida) e intentaron renovar y modernizar el orgullo patriótico español, con notable éxito (Europa, Barcelona'92, la Expo, el AVE...). Después vinieron los gobiernos Aznar, que aprovecharon la corriente para recuperar el españolismo más rancio, tejieron banderas gigantes, invadieron islotes deshabitados e hicieron guerras en desiertos remotos y lejanas montañas: se esforzaron al máximo para poner contra las cuerdas a aquellos que no se sentían suficientemente españoles o querían serlo de otra manera. Es cierto que intentaron negociar con ETA, aunque lo nieguen, pero nunca habrían podido ni querido hacer la paz.
Ahora, ZP lidera un intento histórico y excepcional, aunque desde una infinita soledad. Cuenta con la esperanza silenciosa de mucha gente, de ciudadanos y ciudadanas anónimos, y con el apoyo explícito de una minoría, con las justas complicidades entre los que cortan el bacalao: los diversos poderes, las personas clave del país… Muy pocas: ZP está muy solo. Claro que cuenta con una parte del PSOE y del PNV (que está llevando a cabo una tarea fundamental, poco reconocida), y con los nacionalistas catalanes y otros periféricos, pero no dispone de un claro y rotundo apoyo. Además, tiene en contra (en algunos casos, brutalmente) a un bloque social y político que no es prudente despreciar. Si llega a la cumbre, saldrán de bajo las piedras socios a puñados, amigos, parientes lejanos, los profetas que ya lo intuyeron y un coro de aplausos generalizados. Pero si se la pega, se la pega él solito, acompañado de unos cuantos, pocos, no muchos.
Ésta es una de las debilidades del proceso, aunque tal vez sea también una de sus fortalezas ...
Y después de ZP, de aquí a unos años (esperemos que unos cuantos, para qué nos vamos a castigar…), cuando las armas hayan callado para siempre, no podremos evitar formular las dos o tres grandes preguntas y escuchar las grandes respuestas. Exige más valor hacer la paz que la guerra. No conseguiremos la paz a cambio de nada, desengañémonos: será imprescindible la osadía de preguntar al pueblo.
Yo estoy convencido que España no corre ningún peligro por este camino, y en cambio se acabará rompiendo seguro si seguimos el otro, el de mezclar los testículos con la hispanidad.
Por eso hay que preguntar algún día, más pronto que tarde, con toda la ingenuidad y sinceridad del mundo, quién quiere que continuemos el viaje juntos, y de qué modo, y quién quiere bajar del tren en la próxima parada.
::Listillos y tramposos. (24.12.2006) Van construyendo zulos para la kale borroka y lo que haga falta. Por si acaso. Como el robo de las famosas pistolas. Mensajes directos a la yugular. Y los batasunos pidiendo participar en las elecciones y señalando como quien no quiere la cosa al primo de zumosol, al que está detrás con las pistolas… El juego para abrir caminos de paz y diálogo es complejo, un auténtico campo de minas. De vez en cuando podemos hacer como si no nos diéramos cuenta… Incluso entender que si la policía y los jueces siguen con su tarea, es lógico que los terroristas continúen con su maquinaria a medio gas.
¿Es la "indiferencia estratégica" una clave para la santa paciencia requerida por la negociación? Tal vez. Pero así no hay manera… Dejar al gobierno, a ZP y a los que apoyamos el proceso de paz con el culo al aire cada dos por tres no facilita para nada las cosas. Ellos lo saben. Y es lo preocupante.
:: El Mensaje. (26.12.2006) Así, en regias mayúsculas: el Mensaje del Rey. Lleno de tópicos, de expresiones facilonas, de vagas llamadas al consenso. Mejor que sus discursos sean tirando a huecos: preservemos el espacio de la política "republicana" y dejemos la monarquía en su supuesto y bastante cómodo papel simbólico. Oh maravilla del espíritu navideño: todos los partidos asumen el mensaje real de unidad frente al terrorismo. Un poco de peloteo al monarca, glosando las bondades de su discurso, y después cada cual a lo suyo…
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